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Diario de viaje

«Después de varios meses de viaje he perdido ya la cuenta de las horas de tren, pero cada vez me siento más aliviado con sus largas travesías. El tren se ha convertido en mi hogarimprovisado, algo así como mi único punto de referencia. Mientras los hoteles y las camas que se visitan en cada ciudad varían en comodidad, ruidos, olores y tamaños, el tren permanece constante. Subirme a un tren es algo así como volver a mi cama, algo parecido a un día de domingo: me levanto tarde, leo un rato, escribo en mi diario. A veces simplemente mirando por la ventana el paisaje transformándose, mientras la mente va cerrando ciclos, sacando conclusiones y abriendo la puerta al destino próximo. Por momentos olvidando el movimiento del tren como si estuviera en continuo reposo. Solo a veces salgo de mi letargo cuando de madrugada me despierto en un tren y no sé muy bien donde estoy, tardando unos eternos segundos en encontrar de nuevo mi referencia, mi camino, el destino próximo, de vuelta a mi punto constante, que paradójicamente se mueve a la velocidad de un tren.”

 

Extraído del diario de viaje, un proyecto todavía en edición sobre el viaje en tren que emprendí en 2010 desde Europa a la India. Un recorrido de más 30.000 kilómetros por tierra, cruzando las fronteras de Rusia, Mongolia, China, Tibet, Nepal e India.